La abrumadora victoria opositora en las legislativas del pasado domingo deja contra las cuerdas al albacea del chavismo, pero lo peor para Maduro no es que sus rivales puedan desde la Asamblea despojarle de un poder que ha venido ejerciendo sin cortapisas. Lo peor es que la magnitud de su fracaso en las urnas ha hecho hervir de indignación a sus propias bases, que lo acusan de malograr la revolución que Hugo Chávez le dejó en herencia.
Es cierto que los círculos gubernamentales contemplaban la posibilidad de una derrota, pero el batacazo ha sido tal que lo que queda en cuestión es todo el entramado político e institucional legado por el «Comandante eterno», empezando por el dirigente al que dejó en su cúspide.
Crédito: La Patilla
Según fuentes de la oposición consultadas por ABC, ahora que tendrán el control del legislativo, su «objetivo es una Venezuela sin Maduro ya en 2016».
Por sorprendente que resulte, este es un objetivo compartido por amplios sectores del PSUV que temen que la ineptitud del presidente deje en escombros la obra bolivariana. «Es probable que Maduro caiga por presiones de dentro del chavismo», señalan estas mismas fuentes, que no descartan en absoluto una renuncia de un Maduro desprovisto de apoyos.
Ayer mismo, portales afines al oficialismo como Aporrea.org publicaban tribunas que pedían la dimisión del presidente. «¡Maduro y Cabello deben renunciar!», exigía el marxista javier Antonio Vivas. El mandato de Maduro expira en abril de 2019, pero ni la oposición ni una élite chavista cada vez más aterrorizada ante la deriva de los acontecimientos apuestan a que vaya a resistir hasta esa fecha.
Todo parece indicar que la nueva Asamblea tendrá como presidente a Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática, al que se describe como «un tipo con mucha iniciativa con el que regresa la socialdemocracia». Allup llega con ganas y con Maduro entre ceja y ceja.
Sin apoyo en los cuarteles
«Nosotros esperamos ahora que se abra un escenario de negociación, ha habido un cambio total en el escenario que ha de ir permeando poco a poco», advierten desde el antichavismo. Aunque no descarta recurrir a las vías institucionales ahora a su alcance para arrebatar el poder a Maduro, el exilio venezolano en Miami piensa que el descontento dentro del oficialismo no lo hará necesario. «Ahora no hay ningún diálogo, pero pronto va a haber quienes desde dentro del chavismo quieran hablar con nosotros para librarse de Maduro». En la MUD saben que esta es la hora de la política y la sensatez y se barruntan que en el seno del régimen ya hay quien ha llegado a la misma conclusión.
Señal de ello serían las palabras del ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el papel de la cúpula militar, que forzó a Maduro a adoptar una postura de docilidad ante los demoledores resultados muy alejada de sus bravuconadas de campaña.
Personalidades como el gobernador del Estado de Zulia, Francisco Arias Cárdenas, o el exministro Miguel Rodríguez Torres, ambos compañeros de armas de Chávez, han dejado clara la falta de apoyo a Maduro en los cuarteles. Tampoco el entorno familiar de Chávez cree ya en él. El curtido sindicalista llegó al poder sin el carisma de su predecesor, pero con el capital político de haber sido designado su heredero. En menos de tres años sin él y con el precio del petróleo por los suelos ha arruinado todo su crédito.
Con información de ABC.