Mayerlin Vielma es una trujillana que no gana dinero para comprar alimentos con sobreprecio, como lo venden los bachaqueros en las calles del país. A duras penas con lo que gana puede mantenerse y medio mantener a sus hijos.
Cada semana, Mayerlin viaja unos 40 minutos desde su casa en Betijoque a Valera a comprar productos regulados, entre ellos harina precocida, pero no siempre tiene suerte y en ocasiones vuelve con las manos vacías. En Trujillo para comer hay que ligar la lotería del sistema gubernamental y los CLAP no aparecen.
En medio del hambre y el desespero la mujer le confesó al equipo de El Pitazo haber robado a su vecina un racimo de cambures para poder alimentar a sus dos hijos.
A continuación la confesión:
Con información de El Pitazo.