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¿HUBO O NO DEVALUACIÓN? El economista Luis Vicente León nos explica el discurso de Maduro

El reconocido economista, y presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, se refirió a los anuncios realizados ayer por el presidente de Venezuela Nicolás Maduro y dijo que «si bien es cierto que el gobierno evade tomar una devaluación abierta (que era la medida correcta), el mantenimiento del dólar a Bs. 6,3 será referencial».

Nicolas Maduro

Su artículo completo a continuación:

El presidente Maduro presentó en la Asamblea Nacional un discurso radical y amenazante que tuvo poco sobre su Memoria y Cuenta y mucho de retórica para maquillar algunos anuncios de un ajuste estructural que se hace indispensable en el medio de una crisis económica que se acrecenta a diario.

El envoltorio socialista dentro del cual debe mantener su discurso exige que la adopción de acciones económicas, que será inevitable tomar, no sean ni explícitas ni plenas, comprometiendo su eficiencia desde el nacimiento.

¿Hubo o no hubo devaluación? Luego de una larga introducción llena de citas irrelevantes, el Presidente anunció entrelíneas una devaluación implícita del tipo de cambio, aunque los periódicos nacionales e internacionales resalten en sus primeras planas que el gobierno mantiene la tasa oficial en 6,3 Bs/$, dándole continuidad a una brutal sobrevaluación cambiaria.

Nicolás Maduro informó que mantendría el dólar oficial a 6,30Bs/$, pero que fortalecerá los mercados alternativos con tasas más elevadas (aunque sólo definió por ahora al SICAD), donde probablemente se operarán presupuestos de divisas más altos, desplazando importaciones que hoy se hacen con dólares de CADIVI. Es obvio que el Presidente evadió decantarse por una devaluación abierta (algo que hubiera sido lo económicamente correcto) debido al elevado costo político que esta medida tendría, además del impacto inmediato sobre las estadísticas de actividad económica venezolana, las cuales se deteriorarían en términos de moneda extranjera, mostrándose un poco más reales.

Pero es obvio que el gobierno necesita esta devaluación para cubrir un enorme déficit fiscal y una demanda desbordada de divisas para importación. La ruta que toma es evidente: van a re-jerarquizar las asignaciones de divisas, fortaleciendo a SICAD y reduciendo el número de beneficiarios de CADIVI (ahora eliminada y sustituida por el Consejo que centralizará las importaciones y podrá asignar las divisas discrecionalmente en uno u otro mercado cambiario). En la práctica, esto significa que el precio del dólar promedio al que se adquirirán mercancías se incrementará, registrándose una devaluación implícita. Debajo del anuncio del mantenimiento del tipo de cambio barato, el gobierno tenderá a devaluar para incrementar los ingresos en bolívares de PDVSA y así reducir sus crisis de flujo de caja en bolívares.

Maduro envuelve también en la retórica del control del consumismo, de corte “construcción del Hombre Nuevo”, el anuncio de una restricción de liquidez y del gasto público, una decisión que era también indispensable para poder bajar la presión inflacionaria que se come el poder adquisitivo de los venezolanos y mantiene a toda la economía nacional en jaque. Y esto no es algo que haya sido desatado por esa “Guerra Económica” que Maduro ha utilizado en clave de campaña política, sino precisamente por el financiamiento que ha tenido que hacer el Banco Central de Venezuela a PDVSA, debido a la fuerte sobrevaluación cambiaria, que le impide obtener suficientes bolívares para financiar sus necesidades básicas y el sostenimiento de las misiones, además del deterioro de la actividad privada como una consecuencia de la hostilidad gubernamental.

¿Qué significan los cambios en el gabinete? Los nombramientos en el gabinete económico forman parte de un mensaje que debe leerse con cuidado. En la Vicepresidencia Económica ratifica a Rafael Ramírez y en Finanzas a Marcos Torres, pero devuelve a Merentes al Banco Central de Venezuela. Éste es un team proveniente de un reciclaje interno del gabinete vigente, así que no puede considerarse como un cambio profundo. Sin embargo, no forman parte de la opción más radical (la más cercana al ministro Jorge Giordani, cabeza de los ideológicos y muy mencionado como “fuente” en la parte política del discurso de Maduro).

Ramírez es un perfecto representante del modelo bipolar: radical en lo político, pero negociador en lo económico. Y eso es algo que se puede comprobar en las negociaciones que adelantó el año pasado con la petroleras extranjeras. Marcos Torres, por su parte, es un técnico sólido y relativamente abierto, quien viene de desempeñar una labor positiva en el Banco de Venezuela. Y a Merentes se le conoce por sus posiciones más abiertas y sus propuestas cambiarias mas flexibles, aunque también por la poca capacidad de acción reciente.

No es un gabinete moderno, pero tampoco son representante de esa ruta de la comunización del país. Además, todos tienen experiencias previas de negociación con el sector privado. Ahora bien, aunque esta jugada de Maduro incluye algunos parches para atender la crisis, es obvio que no hubo ningún indicio de que el gobierno esté dispuesto a una cirugía mayor, algo indispensable en medio de esta crisis.

¿Dónde estamos parados ahora? Paradójicamente, en medio de un discurso radical, Nicolás Maduro anunció una devaluación implícita, una restricción monetaria y un gabinete de corte moderado. Pero además dedicó una parte importante a atacar a la empresa privada, disminuyendo su capacidad para estimular las inversiones y acciones posibles del único sector que puede garantizar un rescate relativamente rápido de la oferta de bienes y servicios, hoy indispensable para atender los problemas de desabastecimiento y escasez.

La tendencia gubernamental parece ser incrementar las importaciones públicas para sustituir un sector insustituible. Todas las experiencias mundiales de esta estrategia son claramente negativas: no existe ningún ejemplo de importaciones públicas masivas que haya garantizado estabilidad económica y mucho menos desarrollo. Es cierto que la disponibilidad de divisas del gobierno venezolano es suficiente como para evitar un colapso de abastecimiento este año, pero también se puede esperar que sea irregular si consideramos las fallas de distribución y limitaciones de productos, envases y marcas, con altos índices de improductividad.

El Presidente se enfrascó de nuevo en el análisis de las consecuencias y no de las causas de la crisis. Y sus intentos por atacar las razones de fondo son, como diría Hugo Chávez, “pírricos”. Está claro que los anuncios de Nicolás Maduro, limpiándolos de las amenazas y los ataques, permiten presumir que sabe que tiene que adelantar algunos cambios estratégicos o se le vendrá el mundo encima. Sin embargo, las estrategias previstas son tan débiles y están tan encubiertas que no pasarán de oxigenar su gestión apenas un poco durante los próximos meses, pero lo harán arrastrando una crisis de inversión, producción privada y confianza que queda sin resolver.

Todo esto sin considerar las dramáticas consecuencias que tendría una caída en los precios del petróleo. Ojalá no ocurra.

Fuente: Prodavinci / Luis Vicente León.

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