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¡INDISCUTIBLE! 10 cosas que los venezolanos podemos hacer mejor que nadie

Se ha etiquetado al venezolano de ser fanfarrón o presuntuoso, pero no es más que sentirse muy orgulloso de su nacionalidad y todo lo que viene con ello. Nacer en Venezuela es nacer con rasgos y particularidades que serán parte de nosotros para siempre. Desde la «maña» de anotar números en billetes, dejar opiniones y escritos en los baños, y hasta echarle broma a una pareja que se esté besando… Así somos los venezolanos.

Créditos: Francisco-Gonçalves / pankcho / Flicker.

Créditos: Francisco-Gonçalves / pankcho / Flicker.

Las 10 cosas que los venezolanos podemos hacer mejor que nadie:

Esgrimistas del chalequeo

En todos lados, desde el liceo hasta la oficina, el venezolano está acostumbrado a recibir bromas de todo tipo. La regla es que si te molestas pierdes.

El «chalequeo» es tan común en el humor venezolano como los chistes de gallegos. En los momentos menos esperados puedes ser víctima de un chalequeo. Un ejemplo común: estás terminando de comer en el comedor universitario, te paras para colocar la bandeja en su respectivo lugar y para tu infortunio, tropiezas y la bandeja se cae haciendo un ruido de cubiertos metálicos que hace eco en todo el recinto. En ese momento todos los presentes gritaran «¡Nuevo!» a todo pulmón y tú serás el centro de risas de tus compañeros por toda esa semana. Dependiendo de como reacciones determinará por cuanto tiempo y con cuanta intensidad harán bromas a tu pesar. Es mejor reírse, aceptar el ridículo y seguir adelante porque si te molestas, justificas o lloras eso despertará el germen del chalequeador.

Tener buena actitud sin importar la situación

Estás en una fiesta en la que solo conoces a una persona, pero no importa, igual todos los presentes serán panas y actuarán como si ya te conocieran desde siempre. Vas tarde al trabajo, son las 8 am de un lunes y el metro lleva parado cinco minutos… no importa, el pasajero de al lado hará un comentario respecto a la lentitud del sistema, tú te reirás y seguirá un trato amigable. No importa si estás con tus amigos o con extraños en un autobús, el venezolano siempre será un «bochinchero».

Hablamos hasta por los codos

Entre venezolanos lo más común es ser conversador innato, raro es aquel que es callado y tímido. Tenemos siempre el impulso de hablar, comentar o chismear, estemos donde estemos. A nadie le molesta porque la mayoría somos así.

Estás en una entrevista de trabajo y te ves rodeado de otros candidatos para el puesto que tu quieres pero no importa, el silencio incómodo no dura mucho, alguien hará algún comentario, que le digas si se le torció la corbata o lo caluroso que está el día. Pagando la factura de la luz, en un mercados o en el consultorio médico, quien no habla con quien tiene inmediatamente en frente o al lado es porque está oyendo música, y ni siquiera. Habrá alguien que te haga señas para decirte cualquier banalidad.

Nuestra medida predilecta es “un pelo”

Mientras algunos discuten sobre cual sistema de medidas es mejor, si el decimal o el anglosajón, los venezolanos medimos todas las cosas en base a «un pelo».

Al mesonero que nos sirve la bebida le decimos que nos eche «un pelito más». Cuando las madres preparan las hallacas en diciembre y mientras prueban el guiso dicen que les falta «un pelo» de sal. El estudiante que pasa la materia con 9,5 dice «pase por un pelo». Falta media hora para que empiece la fiesta y no han llegado todos los invitados y el anfitrión dice «esperemos un pelo antes de prender la música». Para todo podemos utilizar este venezolanismo y es válido entre nosotros.

«A mal tiempo, buena cara»

Así sea el día más trágico de tu vida, lograrás sacarle algo bueno a una mala situación. Es esa la capacidad más notable de los venezolanos.

¿La cocinera quemó la comida? bueno, no importa, ahora comes en otro lado y más sabroso. Estás lavando la ropa blanca y se te escapó una prenda azul y ahora todo se tiño de color celeste, una buena excusa para ir a comprar ropa nueva. Perdiste el metro bus por pocos minutos y de la nada alguien te da la cola. El optimismo nos caracteriza y nos distingue en todas partes.

A dónde sea como sea

Se dice que el venezolano es impuntual aunque eso fácilmente se pone en duda cuando se ven personas en estaciones del metro o paradas de bus desde muy temprano. Mientras que en el metro se va con el corre corre para entrar como sea al vagón o de lo contrario te tocará esperar al siguiente, en el caso de los buses los venezolanos casi que se montan hasta en el techo. «Entren que caben cién», aplica, en serio.

Algunos nos quedamos atónitos y con horror al ver venezolanos con una mano en el marco de la puerta y otra en el marco de alguna ventana o agarrado de otro venezolano mientras el bus va corriendo por una autopista o avenida rezando que no sea golpeado por un carro o motorizado. Hay que reflexionar sobre el aguante de algunos que duran hasta una hora así.

Delfines de la carretera

El venezolano tiene el rayado de la carretera de adorno. El venezolano a veces se olvida que es un mortal de carne y hueso, más que todo cuando debe cruzar una calle por donde pasan vehículos a toda velocidad. Su corazón late con tranquilidad, piensa frío y espera los momentos adecuados para cruzar hasta su destino casi bailando bolero con carros y motorizados. En venezuela esta es una actividad del día a día donde incluso se practica en autopistas de ocho canales. ¿Elevados? ¿Qué es eso?

Trepadores por naturaleza

No hay venezolano niño o adulto que se pueda resistir a trepar un árbol, y mucho menos si es algún árbol que de frutos como mango, mamones o guayabas. Mientras muchos optan por tirar piedras otros se lanzan a la aventura para demostrar su habilidad y temple balanceándose entre las ramas de un árbol. Hoy en día la moda del selfie ha hecho que esta actividad sea más recurrentes, sobre todo si es en algún sitio turístico como Morrocoy, El Ávila o algun paraje de Mérida. No hay nada mejor que subir lo más alto que podamos y disfrutar de la vista que nos ofrece nuestra hermosa tierra.

Somos un radar de “chinazos”

Los chinazos son frases que decimos de una manera en particular y que se prestan para hacer chistes con doble sentido en contra de quien dijo dicha frase. Por ejemplo, si se pide un café y luego se dice «Grande, por favor» se puede tener por seguro que alguien exclamará «¡Chinaaazooo!», o en el caso de un perro caliente hay quienes han cometido el pecado de pedirlo «grande y con todo». Es un deporte nacional el cazar un chinazo, hacer que alguien diga un chinazo y evitar decir un chinazo.

Celebramos absolutamente todo

El venezolano celebra todo. Tengamos como ejemplo que una mujer quedó embarazada, se celebra con algunas cervezas (menos la mujer en cinta). El primer eco se celebra también, los meaos (celebrados con whisky) y el babyshower y cuando nace la criatura, luego cuando llega a la casa y así hasta su primer cumpleaños. Somos así con todo. ¿Que el niño pasó a primer grado? Celebración, y ponemos «mi hijo se graduó» en las ventanas del carro. ¿Se van a casar? Súper celebración, con caravana de carros tocando corneta. ¿Quince años? A botar la casa por la ventana. ¿Cumpleaños el miércoles? Se celebra ese día y también el fin de semana. ¿Carro nuevo? Una caja de cerveza. En nuestro país celebramos así sea con una cerveza que es viernes y que acabamos de salir del trabajo. El venezolano celebra la vida.

Con información de Maduradas / Matador Ntework.

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