La mecánica es sencilla: te sacan el celular del bolsillo o la cartera, lo pasan entre varias manos y, cuando te das cuenta, ha desaparecido. Otros ladrones son más osados y cortan los bolsos con hojillas entre el bululú. Los menos tímidos sencillamente te arrancan las cosas y salen corriendo. Así, los viajes en el Metro de Caracas se han convertido, más que en una forma de transporte, en un tema de supervivencia.
Mi caso fue el primero. Aunque la estación no estaba tan llena, un grupo de personas nos empujó y entramos estrepitosamente al vagón. Noté que una mujer me sacó el teléfono, pero ella lo negó, y empezó a reclamar que la maltrataban y la acusaban de ladrona sin pruebas. Por supuesto, ni rastro del celular.
Foto: Ernesto García / Contrapunto.
Ella no estaba sola, y los hombres que la acompañaban se encargaron de armar el escándalo dentro del vagón. Al final, los hampones se salen del vagón justo antes de que este arranque. Y si te das cuenta es peor: desde afuera, uno de los antisociales me muestra un cuchillo. ¿Cómo pelea uno contra un arma?
Denunciar tampoco es tarea fácil, por lo que muchas víctimas ni siquiera lo intentan. El Metro de Caracas tiene números de emergencia para denunciar irregularidades en el sistema, el 0800-METROCA. Cuando llamé me atendió un hombre con voz comprensiva: “Metro de Caracas, en qué le podemos ayudar”. Me preguntó si vi quién me robó, a qué hora fue, si fue robo o hurto. Luego pidió un contacto para comunicarse por si tenían noticias de mis pertenencias, y hasta ahí.
El licenciado Alberto Vivas, exoperador y vicepresidente de la Asociación Civil Familia Metro Caracas, asegura que en el sistema se registran extraoficialmente al menos 40 robos por día, entre hurtos y atracos a mano armada.
Vivas reclama la falta de funcionarios policiales en áreas donde se presentan los robos: “Si son funcionarios que prestan seguridad dentro del Metro de Caracas, ¿por qué no están en donde tienen que estar, en los pasillos y andenes del metro?”.
Carlos Becerra, quien dirige la iniciativa @CaracasMetro, afirma que los hurtos son más frecuentes, sobre todo en las estaciones más concurridas y justo antes de abordar los trenes. Señala además que muchas personas optan por callar, ya que nunca se procesan la denuncia.
Un operador activo del sistema Metro de Caracas, que no quiso revelar su nombre por seguridad, afirma que los operadores no están autorizados para atender casos de inseguridad en el sistema. “Lamentablemente, si roban a un usuario, o incluso a uno de los operadores, no podemos hacer nada, solo llamar a la policía dentro de las estaciones, y la denuncia procede solo si el oficial quiere. Lo más común es que dejan a los ladrones detenidos unas horas y luego los sueltan”.
El operador señala que una de las causas del incremento de la inseguridad dentro del Metro es el descuido de todo el sistema, que “ha decaído porque el Gobierno está subsidiando, porque el costo de un boleto en Bs. 4 no es suficiente para el mantenimiento”.
“Los repuestos de los trenes se adquieren en el exterior y se cancelan en divisas, y como tiene que comprarlos el gobierno tarda mucho, por eso hay retrasos, fallas en el aire acondicionado, y ya no se hace mantenimiento diario de las estaciones y rieles”.
Acostumbrados al deterioro del Metro
Una semana después de que me robaron volví a pasar por la misma estación de metro, y para mi sorpresa, los ladrones estaban allí. Busqué al personal de seguridad y solo encontré a dos funcionarios de la Guardia Nacional, pero el asunto no fue más efectivo. Aunque custodian las estaciones, no tienen permitido bajar a los andenes porque tienen armas largas. Quién sabe a cuántas personas robaron esa mañana.
“Si existe esta restricción y la GN solo tiene armas largas, entonces no busquemos a la Guardia Nacional. Nosotros hemos recomendado que la policía de cada municipio pueda prestar apoyo de seguridad en las estaciones, pero no hemos sido escuchados”, afirma Vivas en representación de Familia Metro.
Esa tarde conseguí a tres policías en la misma zona, y les consulté por qué no custodian el andén donde me habían robado. Respondieron que era muy congestionado y que no se daban abasto. Además, para procesar a los ladrones tienen que atraparlos en flagrancia, y aunque eso ocurra, si la víctima no denuncia los fiscales no pueden procesar a los acusados y salen en libertad. “Y nosotros quedamos como unos ridículos”, me dijo el oficial.
Ni los operadores, ni la Guardia, ni los policías pudieron darme ayuda en mi caso. El deterioro de lo que en algún momento fue “la gran solución para Caracas” se ve en sus instalaciones, en su servicio, pero en especial, en su seguridad. El personal tampoco hace nada en exigir que se cumplan las normas básicas, como la prohibición de la economía informal o la de no consumir alimentos, y ni hablar de la famosísima “Cultura Metro”, ejemplo de la cordialidad caraqueña. En esta época, caminar o viajar por Caracas solo tiene una sensación: Desamparo.
Información de Saimar De Santis/ El Cooperante