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¡LO DESCOSEN! El turismo «chévere» de Izarra es MISIÓN IMPOSIBLE en la actual Venezuela

Chévere es el estado de máximo bienestar en Venezuela, de alegría, de felicidad, de tranquilidad. Si gozamos de buena salud diremos que nos sentimos chévere; si la rumba se extiende hasta el amanecer, diremos que la pasamos chévere. Probablemente a eso se refería Simón Bolívar cuando perseguía a caballo “la mayor suma de felicidad posible” en el Cono Sur, ¿por qué no? Andres-Izarra-Cheverito Chévere: sinónimo de estupendo, buenísimo y excelente. Adverbio que significa muy bien, de acuerdo con la Real Academia Española. Justo así vive Cheverito, la mascota que el Ministerio de Turismo creó para impulsar los viajes recreacionales dentro de nuestras fronteras, donde la inflación anualizada es de 60 por ciento y donde una deuda mil millonaria con las aerolíneas extranjeras le impiden a los ciudadanos visitar otros países.

Blanco, de unos 22 años, maneja dos rústicos, uno rojo y otro gris, en los que recorre los parajes más forestados y las playas más cristalinas que una economía devaluada puede ofrecer. Viste bermudas, franelilla y gorra. Lleva a cuestas un morral de excursionismo y una cámara fotográfica profesional.

Su bitácora ilustrada -Las Aventuras de Cheverito- es una guía de viajes imposibles para un trabajador que gane sueldo mínimo, o sea, 4.251 bolívares. (Nuestro amigo ya nos habría acusado de escuálidos amarillistas en Twitter si el Ministerio de Turismo no hubiese cerrado sin dar explicaciones su cuenta, @CheveritoTours).

De compras

“¿Botas de excursionismo tienen?”. El encargado de la tienda arruga la cara. No, hermano, desde hace tiempo que no nos llegan, parece decir la mueca. “Vete a una tienda que está en Bella Vista, ahí puede haber”. Antes de partir echo un último vistazo. Observo unos zapatos similares a los del hijo del ministro Andrés Izarra. Precio: mil 850 bolívares; marca: Bommel. En la tienda de Bella Vista los dos vendedores conversan y ríen afuera. Creo que soy el primer cliente que atienden en horas. “Las que tengo son estas”, y señala unas botas marrones, altísimas, modelo Primera Guerra Mundial. “Pero tú las que necesitas son unas Acadia. Ahorita no las tenemos”. “¿Y ese morral de excursionismo Acadia, cuánto cuesta?”. “Diez mil bolívares”. Nos reímos y el muchacho vuelve afuera con su compañero.

El motivo por el que Cheverito viaja con un amigo imaginario, Eco, que además es una gota de agua capaz de adoptar varias formas, se va haciendo palpable. Los muchachos del departamento de Fotografía de La Verdad me miran como a un trabalenguas en chino cuando les pregunto cuánto puede costar una buena cámara. “Depende de dónde la compres”, dicen unos; “depende de la marca”, dicen otros. Finalmente llega el consenso: Una Canon T4i es la adecuada. Vale entre 500 y 700 dólares. Un cupo viajero a Miami completo.

¡A viajar!

La Gran Sabana y el archipiélago de Los Roques son las versiones criollas de Disney World. El despecho por la encarecida Europa, terreno fértil para selfies autocomplacientes. ¿Cuánto cuesta viajar a los listones más altos del turismo interno? En la primera agencia de viajes que visito prometen enviarme por correo el precio de un paquete de cinco días y cuatro noches a Canaima. Nunca llegó. ¿Inestabilidad de los precios, desinterés, falló la conexión? A Cheverito no les pasan estas cosas, estoy seguro.

Sandra no me promete correos, solo me pide tiempo para consultar a sus proveedores mientras reviso un paquete que ofrece cabañas cómodas, desayunos humeantes, excursiones a los tepuyes y caminatas al atardecer. Es la segunda oficina a la que llego. “¿Para cuántas personas?”. “Para dos. Pienso viajar el 15 de octubre”. Sandra cuelga el teléfono y suma en la computadora: son 28 mil 847 bolívares. Por persona. Pienso en mis colegas y guardo un minuto de silencio por nuestros salarios. El costo de cuatro días y tres noches en Los Roques es más pornográfico aún: 62 mil bolívares por persona e incluye alojamiento en una posada con aire acondicionado y baño privado; desayunos, almuerzos y cenas; traslados a los cayos más cercanos; toldo y silla en la playa con cava y refrigerios.

Último recurso

Un ángel mochilero sentado en mi hombro derecho me aconseja que llame a las posadas, que cuadre solo los traslados y me olvide de los intermediarios. Esas diligencias son microscópicas para alguien con ínfulas de explorador, ¿o no? Llamo al campamento y la recepcionista habla con franqueza: El boleto Puerto Ordaz-Canaima cuesta dos mil 550 bolívares con Conviasa, y con las aerolíneas locales sale en nueve mil. “Yo le recomiendo Conviasa que, además de económico, el boleto le dura un año, por si acaso no puede viajar en la fecha prevista”. Todas las noticias no podían ser tan buenas.

La voz al otro lado del teléfono completa la información: La habitación doble tiene un costo de 27 mil 850 bolívares y tengo derecho a todas las comidas, a una excursión a la laguna Canaima y al majestuoso salto Ángel, donde podré acampar para pasar la noche. Venezuela es la derrota hecha economía.

Desisto de mi cruzada. Derrotado, hojeo Las Aventuras de Cheverito y se le ve tan feliz en la playa. En la historieta es de noche y nuestro amigo saca su tablet para mostrarle a Eco -¿su alucinación?- los paisajes más celestiales de Venezuela. “¿Y no le da miedo que alguien lo asalte o le haga daño en ese paraje tan solitario y oscuro?”, me pregunto. Entonces lo recuerdo: Cheverito es una caricatura, y como todos los de su especie, es a prueba de balas.

El cheverismo en cifras

* Zapatos Marca Bommel: 1.850 bolívares (43.51% del sueldo mínimo).

* Botas Acadia: 2.850 Bolívares (67% del sueldo mínimo).

* Morral Acadia: 10.000 bolívares (2,35 sueldos mínimos).

* Cámara fotográfica Canon T4i: 700 dólares (7.700 Bs. a tasa SICAD 1: 1,8 sueldos mínimos).

* Paquete a Canaima: 28.847 bolívares por persona (6.78 sueldos mínimos).

* Paquete a Los Roques: 62.000 bolívares por persona (14,58 sueldos mínimos).

Fuente: La Verdad.

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